jueves, 13 de junio de 2013

'Las cosas que no pude responder.'



¿Por qué decides que te quieres volver loca cuando yo me he vuelto cuerdo?
¿Por qué intentamos avanzar mirando de reojo lo que pudo ser?
¿Por qué las cosas que arreglamos al besarnos las rompemos con palabras?
¿Por qué si yo te digo adiós... el corazón me dice inténtalo otra vez?
¿Por qué parece que solo nos entendemos con las luces apagadas?
¿Quién diablos sabe calcular bien la distancia que debemos mantener? 

'No es más que'.


Un buen amigo me dijo que la altura no es más que la distancia de ventaja que le llevas al suelo para llegar hasta la luna; que el peso no es más que la resistencia que tienes a salir volando; y que la edad no es más que un número comprendido del uno al diez que tan sólo expresa lo vivo que estás.

Todos los días se aprende algo nuevo, gracias.

'Vivo.'



Vivo por las montañas desgarradas de mi pueblo,
por el humo que agrieta mis entrañas
vivo por vivir
vivo porque puedo.
Vivo, junio,
siento que me sangra el alma.

Vivo, esta noche, por mi nombre en vano,
por el hielo que acuchilla mi garganta
vivo porque llorar
vivo, yo no puedo.
Vivo, luna,
juro que no encuentro palabras.

Vivo por las flores que adornarán mi tumba,
por los besos que inundan mi espalda
Vivo por gritar,
pero vivo en silencio.
Vivo, luna de junio,
vivo amor de sábanas blancas.

jueves, 6 de junio de 2013

¿Única?


-Soy la mera repetición de toda una historia de humanidad, con los mismos sueños, inquietudes y fantasmas de aquellos que me precedieron y de los que me sucederán. Mi único rasgo identificativo es el que me iguala al resto de mujeres por mi propia esencia humana. 
-¿Y todavía sigues pensando que eres única? 
-¡No podría sobrevivir si no lo pensase!

'No es un adiós, es un hasta pronto.'


No puedo retrasar por más tiempo esta entrada. Llevo tiempo pensando cómo hacerla y qué decir en ella. Bueno, ya sabéis que soy una estreñida emocional...


Amigos, ha llegado la hora de la despedida; el curso se acaba. Es educado dar la bienvenida a alguien cuando lo conoces, y también despedirse cuando los caminos se separan. Queda menos de un mes, y una mezcla de alegría y de tristeza me invade. Sí, has leído bien. Estamos a un mes de que terminen las clases, la rutina y la monotonía. Se acabará el colegio y las academias de inglés. Se irán los madrugones, el frío, la pereza de ir andando. Los exámenes. ¿Cuántas veces he soñado con que llegara ese momento? El momento de decirle adiós para siempre a esas cuatro paredes en las que nos enjaulan desde niños.

Y sin embargo ahora, no quiero.


No quiero ni imaginarlo. Las mañanas sin que mi profesor favorito, Don Jesús, chasqué los dedos para que vuelva de Babia. Los días sin ver cómo Julio y Piedad se pelean. Sin enfadarme con Javi porque es un machista. Cuando me gire hacia atrás porque no entiendo algo, ya no estará Samuel para ayudarme. Carmen dejará de hacerme cosquillas y ya no oiré más los chistes de Miguelito. Javi Giráldez no rapeará más para nosotros y Alfonso no me hará reír. Andrea no me dará más abrazos y Paula no compartirá más vicios conmigo. No volveré a discutir de política yo sola contra toda una clase entera. Paula, Piedad y yo dejaremos de ver a diario a nuestro mito caído. Ya no podré aconsejar más a mi Sandra ni tirarle de la coleta a Elsa.
Y es que, simplemente, dejaremos de ser nosotros, 4ºB.

¿Sabes? Tendemos a pensar que el colegio es como una cárcel, cuando es justo lo que nos hace libres.