No puedo retrasar por más tiempo esta entrada. Llevo tiempo
pensando cómo hacerla y qué decir en ella. Bueno, ya sabéis que soy una
estreñida emocional...
Amigos, ha llegado la hora de la despedida; el curso se acaba. Es educado dar la bienvenida a alguien cuando lo conoces, y también despedirse cuando los caminos se separan. Queda menos de un mes, y una mezcla de alegría y de tristeza me invade. Sí, has leído bien. Estamos a un mes de que terminen las clases, la rutina y la monotonía. Se acabará el colegio y las academias de inglés. Se irán los madrugones, el frío, la pereza de ir andando. Los exámenes. ¿Cuántas veces he soñado con que llegara ese momento? El momento de decirle adiós para siempre a esas cuatro paredes en las que nos enjaulan desde niños.
Y sin embargo ahora, no quiero.
No quiero ni imaginarlo. Las mañanas sin que mi profesor
favorito, Don Jesús, chasqué los dedos para que vuelva de Babia. Los días sin
ver cómo Julio y Piedad se pelean. Sin enfadarme con Javi porque es un
machista. Cuando me gire hacia atrás porque no entiendo algo, ya no estará
Samuel para ayudarme. Carmen dejará de hacerme cosquillas y ya no oiré más los
chistes de Miguelito. Javi Giráldez no rapeará más para nosotros y Alfonso no me hará reír. Andrea no me dará más abrazos y Paula no compartirá más vicios conmigo.
No volveré a discutir de política yo sola contra toda una clase entera. Paula,
Piedad y yo dejaremos de ver a diario a nuestro mito caído. Ya no podré
aconsejar más a mi Sandra ni tirarle de la coleta a Elsa.
Y es que, simplemente, dejaremos de ser nosotros, 4ºB.
¿Sabes? Tendemos a pensar que el colegio es como una cárcel,
cuando es justo lo que nos hace libres.
Joder, lo que os voy a echar de menos el año que viene.
ResponderEliminar